Aborté a los 27 años, cuando tenía una carrera profesional, un trabajo y una vida sumamente tranquila.
Una noche -de vacaciones- conocí a un hombre que me gustó mucho y pasé un rato con él. La relación coital sin condón fue excesivamente breve, ya que me asusté en el acto mismo de tener sexo sin protección. Sin embargo, fue suficiente para embarazarme.
Unas semanas después, cuando recién iniciaba un nuevo trabajo en una ciudad nueva, me hice un test que dio positivo. Mi reacción fue inmediata: fui a médico, me tuve que hacer una ecografía y una semana después (cuando la ecografía estaba lista) volví al médico, quien me preguntó qué pensaba hacer (pues era evidente mi cara de angustia) y le dije que no estaba dentro de mis planes ser madre, por lo tanto, debía abortar.
Me había cambiado recién de ciudad y en este nuevo lugar no tenía mayores redes de apoyo que me pudiesen dar datos sobre médicos que me asistieran. A pesar de ello, el mismo día de la cita con el médico, obtuve un dato.
La semana que pasó entre saberme embarazada y obtener el dato de un médico que me ayudase, fue la semana más angustiante de mi vida. Lógicamente esto obedecía al hecho de encontrarme en una situación muy delicada al querer hacer algo con mi cuerpo que estaba prohibido y que por lo mismo se hacía dificil concretar de una manera más o menos segura. Además de esto, esa semana la pasé sola, ya que mis amigas/os se encontraban a cientos de kms. Creo que esto fue lo más doloroso. Vivir sola la experiencia de buscar solución, es decir, abortar.
Bueno, al cabo de una semana ya tuve un dato y en los días siguientes aborté en manos de un médico, en su consulta, sola (ya que el médico lo solicitaba) y con una amiga que me esperó una hora y 15 minutos a una cuadra de la consulta.
En la mitad de la "operación" me sentí un tanto incómoda, me moví y el médico- asustado por la situación de clandestinidad me imagino- me amenazó con dejarme el procedimiento en la mitad si seguía quejándome.
La verdad es que la experiencia misma de abortar no fue dolorosa físicamente, pues tenía anestesia general (estaba semidormida). Sin embargo, el sentirme tan vulnerable ante un médico poderoso, pero a la vez también asustado, se convierte en una vivencia de dolor e ira, al darme cuenta que en este país no tengo derecho a hacer uso de mi cuerpo como estime de mejor manera.
Pasada la operación, pagué (en ese año-2003- fueron 250 mil pesos ó 500 dólares), me fui donde mi amiga que me esperaba ansiosa y que había viajado cientos de kms para acompañarme(ella también había abortado hace algunos años en manos de una enfemera supuestamente, pero en condiciones muy extremas, es decir, 24 horas de diarrea y vómito con intenso dolor) y salimos a beber algo para respirar luego de esta experiencia de máximo estrés.
La sensación de alivio que tuve ha sido la más "aliviadora" (valga la redundancia). Sentir luego de la operación, que volví al estado en que deseaba estar, fue tranquilizador y esperanzador.
Fueron tres meses de pena aproximadamente. Pero la pena nunca fue por haber perdido un enventual hijo o hija, sino por recordar que tuve que actuar en clandestinidad y casi todo el tiempo sola.
Desde esa experiencia, trabajo fielmente para que algún día nuestro país respete el derecho que tenemos a elegir. Pues el acto de abortar lo hacemos igual y sólo necesitamos de condiciones sociales, físicas, de salud, para enfrentar un embarazado no deseado ni planificado.
Unas semanas después, cuando recién iniciaba un nuevo trabajo en una ciudad nueva, me hice un test que dio positivo. Mi reacción fue inmediata: fui a médico, me tuve que hacer una ecografía y una semana después (cuando la ecografía estaba lista) volví al médico, quien me preguntó qué pensaba hacer (pues era evidente mi cara de angustia) y le dije que no estaba dentro de mis planes ser madre, por lo tanto, debía abortar.
Me había cambiado recién de ciudad y en este nuevo lugar no tenía mayores redes de apoyo que me pudiesen dar datos sobre médicos que me asistieran. A pesar de ello, el mismo día de la cita con el médico, obtuve un dato.
La semana que pasó entre saberme embarazada y obtener el dato de un médico que me ayudase, fue la semana más angustiante de mi vida. Lógicamente esto obedecía al hecho de encontrarme en una situación muy delicada al querer hacer algo con mi cuerpo que estaba prohibido y que por lo mismo se hacía dificil concretar de una manera más o menos segura. Además de esto, esa semana la pasé sola, ya que mis amigas/os se encontraban a cientos de kms. Creo que esto fue lo más doloroso. Vivir sola la experiencia de buscar solución, es decir, abortar.
Bueno, al cabo de una semana ya tuve un dato y en los días siguientes aborté en manos de un médico, en su consulta, sola (ya que el médico lo solicitaba) y con una amiga que me esperó una hora y 15 minutos a una cuadra de la consulta.
En la mitad de la "operación" me sentí un tanto incómoda, me moví y el médico- asustado por la situación de clandestinidad me imagino- me amenazó con dejarme el procedimiento en la mitad si seguía quejándome.
La verdad es que la experiencia misma de abortar no fue dolorosa físicamente, pues tenía anestesia general (estaba semidormida). Sin embargo, el sentirme tan vulnerable ante un médico poderoso, pero a la vez también asustado, se convierte en una vivencia de dolor e ira, al darme cuenta que en este país no tengo derecho a hacer uso de mi cuerpo como estime de mejor manera.
Pasada la operación, pagué (en ese año-2003- fueron 250 mil pesos ó 500 dólares), me fui donde mi amiga que me esperaba ansiosa y que había viajado cientos de kms para acompañarme(ella también había abortado hace algunos años en manos de una enfemera supuestamente, pero en condiciones muy extremas, es decir, 24 horas de diarrea y vómito con intenso dolor) y salimos a beber algo para respirar luego de esta experiencia de máximo estrés.
La sensación de alivio que tuve ha sido la más "aliviadora" (valga la redundancia). Sentir luego de la operación, que volví al estado en que deseaba estar, fue tranquilizador y esperanzador.
Fueron tres meses de pena aproximadamente. Pero la pena nunca fue por haber perdido un enventual hijo o hija, sino por recordar que tuve que actuar en clandestinidad y casi todo el tiempo sola.
Desde esa experiencia, trabajo fielmente para que algún día nuestro país respete el derecho que tenemos a elegir. Pues el acto de abortar lo hacemos igual y sólo necesitamos de condiciones sociales, físicas, de salud, para enfrentar un embarazado no deseado ni planificado.
Segunda parte del texto
2 comentarios:
el momento para decidir lo tuviste, y decidiste tener un coito sin protección...no sé que más decirte, obviamente no concuerdo con la visión que tienes del tema; sin embargo, creo necesario y urgente se legisle sobre esta materia, lamentablemente es una realidad y alternativas debe existir para todos. Si siguiera opinando diría cosas nada constructivas y esa no es la idea. De todas maneras, un abrazo fraterno y no vuelvas a sentirte sola...ya, filo, hasta aqui dejo mi comentario.
Creo, que es muy fácil para una juzgar, decir como allà arriba hey! tuviste el momento de elegir, por el tema de no usar protección.
Se lo fácil que hacerlo, por que muchas veces juzgué y critiqué a mujeres y hombres por esa irresponsabilidad, pero la realidad es otra, y existe.
Me gustó la iniciativa, creo que es importante el abrir espacios para que se cuenten este tipo de historias acercando asi a las personas a lo que realmente sucede y dejando a atras los mitos...
El aborto para es una decición que cada mujer tiene que ter por opción,si no es partidaria no lo hace y punto, pero no por eso negar la oportunidad a las demás de hacerlo...
saludos!
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